Date permiso para disfrutar del momento tal cual es; para equivocarte; para reírte de ti misma, para gritar si hace falta, para no ser tan perfecta, para dejar de hacer tantas cosas a la vez; para tener un tiempo especial para ti.
Date permiso para estar allí donde estas, y ser amada por ello, sobretodo por ti.
Cuando te exiges mucho a ti misma, piensas que nada es suficiente, te pones metas muy altas, y vives la vida con estrés, siempre acelerada de un lado a otro haciendo muchas cosas, exigiéndote mucho.
Y ¿para qué te exiges tanto?
De que sirve querer hacer tanto, si de todos modos, nunca será suficiente para ti.
Consigues las metas que te habías propuesto, y ¿luego qué? No es suficiente, nunca lo es, porque por muchas cosas que hagas, si no dejas de exigirte tanto, y eres más tolerante y cariñosa contigo, nunca te sentirás bien.
Tienes que aprender a poder estar bien contigo misma allí donde te encuentres en este momento, sin exigirte tanto, y para eso debes hallar la razón del porqué te castigas de esa manera.
Te castigas haciendo un montón de cosas, siempre estando ocupada, no teniendo el tiempo suficiente que te gustaría dedicarte para ti, para hacer las cosas que realmente deseas, para simplemente estar en el presente sin darle tantas vueltas a las cosas, ni sentirte mal por todo lo que no has hecho y piensas que ya deberías haber hecho.
Siempre con el tengo que hacer esto, tengo que ir a tal sitio…los «tengo que hacer» se hacen interminables en tu vida. Conviertes todo en tengo que, debería de….haces listas interminables de cosas pendientes que tienes que hacer o te gustaría hacer, cargas tu agenda de actividades, y trabajos y quehaceres, y luego te sientes que no tienes tiempo suficiente para poder realizarlo todo. Normal, porque eres humana, y porque es imposible hacer tanto.
No seas tan dura contigo misma
Es bueno que quieras hacer cosas, ser productiva y hacer las cosas de una manera coherente, pero no tantas, y exigiéndote tanto.
Al final acabas haciendo mucho a la vez, y poco a poco se convierte en demasiado. Incluso cosas que deberían ser un hobby acaban siendo un «tengo que», y la pasión que sentías antes por eso acaba siendo una obligación más.
Vives con el sentimiento constante de no tener suficiente tiempo para hacer todo eso que te gustaría hacer.
Así que, todo empieza a hacerte sufrir.
Sufres por no poder tener el tiempo para hacerlo; sufres por el sentimiento de culpabilidad de no llegar a todo; sufres por no creerte suficiente de lograr todo lo que te has propuesto; sufres por no tener más tiempo para ti, sufres porque eres incapaz de poderte relajar.
Mucho de este sufrimiento lo generas inconscientemente, por un patrón que te has creado, que te ayuda a seguir tirando sin tener que parar y enfrentarte a tus emociones más profundas, aquellas que hace tiempo que arrastras y no te atreves a indagar. Algunas incluso no sabes ni siquiera que están allí.
Yo no era consciente
Mi patrón de antes me sometía a mi misma a estudiar y a trabajar buscando superarme y ser la mejor. Pero en realidad esa actividad constante, la autoexigencia de hacer tanto y lograr más y más cosas, era para evitar relajarme y sentir mis emociones más profundas. Esas que están grabadas en tu cuerpo y mente subconsciente, y evitas escuchar porque algo esconden.
Empieza a cuidar, amar, meditar e imaginar una nueva forma de vivir
Luego, el ansia de querer hacer tanto va lentamente arruinando la posibilidad de poder disfrutar de las cosas que haces, del momento presente, y de tu vida en general. Y lo peor de todo es que:
Tu eres tu jefa
Nadie te ha dicho que te obligues a hacer tantas cosas. Eres tu misma que te estas exigiendo tanto y tanto.
Dime, ¿De dónde crees que viene esa exigencia? ¿Por qué te haces esto a ti misma?
Escríbeme y cuéntame ¿qué es lo que te impide poder relajarte? ¿cómo te sientes? me gustará saber de ti y saber si puedo ayudarte.
Nadie te esta exigiendo que hagas tanto, y que lo hagas tan bien y tan deprisa, y que seas capaz de hacer mil cosas a la vez. En esto, tu eres tu jefa, y la única que te exiges eres tu.
Estoy segura que no exiges a los demás ni la mitad de lo que tu te llegas a exigir. Y tampoco eres tan tolerante contigo misma, como lo eres con los demás. Pero y cuando tienes ese día que vas a tope, te sientes cansada, mal, y empiezas a exigir también a tus seres más queridos, al final acabas exigiéndote y exigiendo a los demás.
¿Cómo puedes dejar de exigirte tanto? y, ¿volver a disfrutar de las cosas que haces?
- Debes detenerte ya y perdonarte por todo lo que te ha llevado hasta el punto en el que te encuentras ahora. Sólo así podrás tener una oportunidad de redención.
- Ámate mucho y siente el amor incondicional que hay en ti.
Escucha aquí la meditación de amor incondicional para ti.
- Date tiempo para reevaluarte a ti misma y poder así entender donde te encuentras y como te sientes.
- Haz que tu mantra sea «sólo hago, lo que sólo yo puedo hacer», y por tanto no te cargues haciendo cosas que pueden hacer los demás. Deja tiempo a que los otros también hagan, y tu relájate, tómate ese tiempo para ti. Da igual si eso queda por hacer, y esta allí sin hacer, simplemente déjalo.
- Cuestiónate si es necesario realmente hacer lo que estas haciendo. Demasiado a menudo, hacemos cosas – tanto profesional como personalmente – porque asumimos que «tenemos que» o porque siempre hemos hecho eso. Piensa en las cosas que haces regularmente que sientes como una pérdida de tiempo.
Luego pregúntate:
¿Realmente esto necesita hacerse? ¿Qué pasaría si no lo hiciera?
Piensa que si no paras de hacer tanto, puede que llegue el momento que pasará algo en tu vida que finalmente te hará parar.
La autoexigencia moderada puede ser buena, pero cuando te autoexiges tanto constantemente, no. Y si encima eres dura contigo misma cuando no estas llegando al nivel de autoexigencia, pues aún peor.
Un ejercicio que te recomiendo hacer es tener una foto tuya de niña cerca de ti, guardada en tu cartera, en la mesita de noche, en tu altar de meditación, allí donde sabes que la vas a ver diariamente.
Mira tu foto como si fuera tu hija y no tu, o un ser muy querido, luego háblale con amor, con compasión y entendimiento. Dile que la quieres, que no le harás daño nunca, que no le vas a exigir nada, ni juzgar, que la perdonarás haga lo que haga, diga lo que diga. Dile que es libre de expresarse, de decir lo que piensa, cree y siente, sea lo que sea es válido y verdadero, y dile que lo vas a respetar. Dile que la amas tal cual sin más.
De esa misma manera te tienes que hablar a ti misma, reconocer que no eres perfecta y que cometes errores como todo el mundo.
Para, respira, siente
Te animo a sentarte diariamente contigo misma, mínimo una vez, mejor dos y hasta tres veces, sólo unos minutos para que puedes parar, respirar profundamente y sentir, sin juzgar, sin analizar.
Quédate en silencio contigo misma durante unos minutos. Luego pregúntate si todas esas cosas que te has exigido, realmente son importantes, y si es así como quieres hacer las cosas, o incluso cuestionarte si lo quieres hacer de verdad.
Debes poder tener ese espacio para averiguar como te sientes respecto a lo qué haces, cómo lo haces y por qué los haces. Ser consciente, sin juzgarte y ser capaz de poder cambiar los patrones que te hacen daño, que no te ayuda a convertirte en la persona que deseas ser.
Si quieres mejorar en este aspecto, la única manera es que pares y medites sobre ello, creando un espacio de calma, y de mucha introspección.
En el espacio Medita, además de la meditación que te he compartido aquí arriba, puedes encontrar más meditaciones o ejercicios de respiración que pueden ayudarte a brindarte un espacio antiactivity para estar en silencio y cuidar, amar, meditar e imaginar la forma en la que deseas vivir. Pero si las quieres recibir directamente, mejor únete a la VigorosaSesySana newletter.
Cuéntame abajo en comentarios, ¿qué es lo que sabes que puedes empezar a hacer desde ya para darte permiso, y estar allí donde estás, sin exigirte tanto y, no lo estás haciendo?
Como por ejemplo vivir más en el presente y no tanto en el pasado. En mi caso, definitivamente reírme más de mi misma, sobretodo cuando me equivoco. Con mi hijo nos reímos un montón juntos cuando nos equivocamos. Él lo hace naturalmente, y a mi me contagia muchísimo, y me esta gustando la experiencia. Creo que de pequeña lo solía hacer, y de adulta definitivamente perdí el hábito. Que bueno poder aprender con mi hijo 🙂
Ríete más de ti misma, sobretodo cuando te equivocas. Clic para tuitearAprender a relajarte con este simple ejercicio, haz click aquí
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Con cariño,
Si hay alguien a tu alrededor que necesita darse permiso para ser ella misma y dejar de autoexigirse tanto, no dudes en compartir este post.
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