Imposible, ¿verdad?
Hace unos años yo me empeñaba en querer hacer más y más, marcándome metas cada vez más altas. Me automotivaba y superaba dando el máximo en cada momento… Vaya, que tenía ese plus que me sacaba de todo, pero…
Iba a un ritmo acelerado, me exigía demasiado y con tanto hacer desgastaba mi energía a tal punto que acababa agotada, y así no es como deseaba vivir.
Y es que la multitarea es peligrosa. Si te empeñas en querer hacer tanto, controlar todo, y ser exitosa sobrepasando tus límites, puede que sientas lo que me pasó a mi, y empieces a tener mal humor, distensión abdominal y agotamiento.
Debes saber que cuando tienes poco tiempo y mucho que hacer, corres el riesgo de enfermarte.
Eso es lo que yo viví, y descubrí que lo peor no es la multitarea en sí, sino el sentimiento de hacer y hacer y nunca sentirte suficiente, porque…
El problema no está fuera, sino dentro, en sentir que nunca nada es suficiente, ni siquiera tú misma.
El problema está en marcarte unos ideales personales, profesionales y sociales que más que guiarte como sería lo deseable, los “incrustas” inconscientemente en tu propia personalidad haciendo de tapón, ocultando emociones u otros aspectos de ti de los que nada quieres saber (yo tampoco me daba cuenta que hacía eso).
Puede que sientas lo que yo viví: no aceptación, autoexigencia, perfeccionismo, exceso de superación, baja autoestima, falta de confianza, inseguridad, ansiedad, incapacidad para delegar, exceso de responsabilidad…
La buena noticia es que no tienes porque renunciar a tu vigorosidad, pero si a la manera como la vives. La clave está en descubrir qué hay detrás, y darte cuenta que es precisamente eso lo que abrirá la puerta a tu verdadera sabiduría, poder y capacidad de transformación.
Eso es lo que yo hice…
Soy Elisabet Mariné, una mujer vigorosa, y como te contaba al inicio, hace unos años era mucho más vigorosa, emprendedora y activa que ahora. Eso me ayudó a crecer profesionalmente, pero también a caer enferma.
Tuve que parar mi vida, y es que interiormente algo no iba bien.
Enfermé, toqué fondo, luego me diagnosticaron fibromialgia. Y aunque fue difícil y doloroso, gracias a la enfermedad, aquí es cuando empecé mi camino al bienestar.
Me responsabilicé de mi salud aprendiendo a escuchar y nutrir mi cuerpo, mente y alma.
El ritmo frenético de trabajo ayudó a enfermarme, pero en realidad, una vez empecé a escuchar mi dolor, salió la verdadera razón.
Llevaba toda mi vida intentando encajar, conectar, sentir, confiar…, y no era capaz de hacerlo. Me sometía a mi misma a estudiar y a trabajar buscando superarme y ser la mejor, pero en realidad…
Esa actividad constante y la autoexigencia de lograr tanto, eran para evitar relajarme y sentir mis emociones más profundas.
Esas que están grabadas en tu cuerpo y mente subconsciente, y evitas escuchar porque algo esconden (te hablo de ellas en el post: Cuando tu cuerpo habla pero tu mente no escucha: Emociones bloqueadas
Me permití escuchar mi dolor, sacar cosas pasadas y retenidas en mi interior, digerirlas, aceptarlas y perdonarme. Y esa fue mi curación.
Pasé por un túnel oscuro y muchos zumos verdes, pero conseguí sanar.
Con el tiempo dejé de intentar ser perfecta, de querer superarme, de hacer un montón de cosas a la vez, de esconder mis sentimientos y mis rarezas.
Me dediqué en pleno a simplemente seguir mi corazón, y a ser fiel a mi misma y a mis sueños, permitiéndome ser vulnerable e imperfecta.
Luego, sigo siendo una mujer activa, y sigo teniendo la posibilidad de poder caer en el patrón del hacer, hacer y más hacer.
Aunque aquí arriba en la foto se me vea tan feliz, podría llegar a consumir rápido mi energía ;). Pero la diferencia es que…
Ahora tengo herramientas que me ayudan a Cuidar, Amar, Meditar e Imaginar la forma en la que deseo vivir.
Evitando así, que vuelva a caer en ese antiguo patrón, pero sobretodo consiguiendo estar bien conectada conmigo misma. Y eso es lo que quiero compartir aquí, porque no vinimos al mundo a estresarnos, sino a disfrutarlo.
No hay mal que por bien no venga.
Esta experiencia me enseñó a conocerme mejor: fui capaz de aceptarme al 100%, y aprender a saber utilizar toda mi energía interior para así poder hacer realmente lo que deseo con tranquilidad, creatividad y significado.
Eso me llevó a quererlo compartir con otras mujeres, igual o más vigorosas que yo, que de tanto hacer acaban agotadas, y la intención es prevenir antes que enfermar.
Descubrí que mi pasión es ayudar a otras mujeres a prosperar y vivir la vida que estaban destinadas a vivir
Mi vida fue perfilándose y tomando significado. Dejé mi carrera anterior e hice formaciones de maestra de yoga en la escuela Golden Bridge, en Los Angeles (vivía allí entonces).
Aprendí mucho impartiendo clases a mujeres y niños con pocos recursos, que nunca antes habían practicado yoga, y menos meditado.
Ví que podía ayudar a otros con mi experiencia, y por eso me formé como Health Coach en el Institute for Integrative Nutrition® (IIN, la escuela de nutrición holística líder mundial).
La nutrición es uno de los principales combustibles para que te sientas mejor, y puede ser la medicina para muchas enfermedades crónicas, pero también hay que tener en cuenta otros factores, como las relaciones con otras personas, la carrera profesional, la conexión con una misma…es por eso que me decidí por IIN.
También Estudié coaching estratégico y técnicas altamente eficaces para que te liberes de tus bloqueos mentales, conflictos internos y así ayudarte a encontrar tu propio camino.
Luego, uniendo todas las piezas del puzzle con lo aprendido y vivido, apareció VIGOROSA.
Un blog con la simple intención de compartir e inspirar a otras mujeres a Cuidar, Amar, Meditar e Imaginar todas esas cosas bellas que pueden llegar a hacer cuando viven desde su más profunda autenticidad sin necesariamente haber padecido ninguna enfermedad, el ritmo frenético al que vivimos ya es suficientemente enfermizo.